martes, 30 de marzo de 2010

SEMANA DE LA FRANCOFONÍA EN VARIOS INSTITUTOS

Durante la semana de la francofonía, en marzo 2010, la Alianza Francesa de Gijón en colaboarción con las Alianzas de Oviedo y Sama, y la ayuda inestimable de Adama Diouf y Federico Diamante, presentó la asociación “ Los Amigos de Thionck-Essyl de Asturias” a los alumnos de varios institutos de Oviedo, Gijón y Sama. La meta era hacer descubrir otra cultura y otra forma de vida. La finalidad de la activadas era sensibilizarles a la diversidad cultural acercándoles a la vida del pueblo de Thionk-Essyl (suroeste de Senegal). Las fotografías y los documentos visuales fueron difundidos en francés y español.

domingo, 28 de marzo de 2010

Memoria del viaje a Thionck-Essyl – febrero 2010

Sábado 13 de febrero, había llegado el gran día. Con ilusión y entusiasmo nos subimos a ese avión que nos llevaría directamente a suelo africano. Y en sólo poco más de cuatro horas, ya estábamos allí, en tierra gambiana, donde nos esperaba nuestro querido amigo J Club, guía inseparable e indispensable para nuestros siguientes siete días.
A pesar de nuestras ganas de ver y conocer, se nos hicieron las 3 de la mañana y lo mejor era encontrar una cama donde descansar y coger fuerzas. Malang nos alojó en su simpática casa de Brikama.

Al día siguiente una potente luz entró por la ventana como diciendo: “esto es África, arriba!” y disfrutamos de un rico riquísimo desayuno con diferentes mermeladas e infusiones de nombres que no se recuerdan. Después Chusa y nosotros dos, tuvimos nuestro primer contacto con la población local al dar un paseo por el pueblo y mezclarnos entre sus gentes y entre su caos. Mientras, Flor y Guillermo fueron a elegir el todoterreno que sería extensión de nuestro cuerpo para el resto del viaje.

Y así nos echamos a la carretera camino de Thionck-Essyl. El trayecto, a pesar de los continuos controles al pasar la frontera, fue totalmente embriagador gracias a la buena compañía, unida al imponente paisaje africano y la excitación por pisar por primera vez suelo africano. A la entrada del pueblo nos encontramos con el nuevo restaurante de Marie, donde se dieron los primeros reencuentros y presentaciones.

Tras unas cervezas, se hizo tarde y fuimos a conocer nuestra casa del gobernador, donde Abdulay nos esperaba con su gran sonrisa y su amabilidad. La casa, todo un lujo, con su cocina, sus baños, agua, electricidad y algún que otro insecto.

Habiendo descansado entre mosquiteras y con las pilas cargadas, empezamos la semana y la actividad. La primera parada fue uno de los colegios, donde dejamos material escolar en manos del simpático director que nos atendió y nos enseñó la pequeña biblioteca y las humildes aulas.


Del cole nos dirigimos a visitar el hospital, donde pudimos ver todas las instalaciones y hacer la entrega de las medicinas. La impresión no fue mala a pesar de que no cuentan con quirófano ni con la maquinaria necesaria. En el exterior del hospital observamos una ambulancia de la cruz roja catalana en muy mal estado y averiada. Nos gustaría hacer una pequeña reflexión a raíz de este detalle. Una de las conclusiones de este viaje y de los temas que tratamos fue la forma de cooperación en África. Tema que todas las organizaciones que trabajan en el continente se deberían plantear. Algo tan fácil para nosotros como es enviar ambulancias a un país del sur implica muchas más cosas como es el poder mantenerlas en buen estado y que ellos mismos sean capaces de generar los medios necesarios para ello. Todo esto implica una profunda reflexión, no debemos llenar el continente africano de lo que a nosotros no nos vale ya o no queremos, sino darles las herramientas necesarias para que ellos mismos puedan desarrollarse.

Y era ya hora de visitar la famosa huerta de Baroncol. Allí las mujeres nos enseñaron los terrenos ya cultivados y cada día más verdes. Nos mostraron orgullosas el funcionamiento de los pozos y pudimos ver lo satisfechas que están con la evolución del trabajo realizado.
Al caer la tarde, tras un descanso para comer y un agradable paseo por el pueblo, nos acercamos hasta la maison familier donde nos esperaba Moussa. Él nos enseñó las telas y los tampones, quedando encargados los cuarenta manteles que viajaron a España.

El día siguiente, martes, nos dirigimos a Ziguinchor, la capital del departamento. Allí fuimos a visitar el precioso edificio de la Alianza Francesa. Un guía nos enseñó el interior y nos explicó el funcionamiento y los servicios del centro. Más tarde visitamos el centro de la ciudad para pasear por el mercado y hacer unas compras además de mezclarnos entre el caos y hablar con la población local.

El miércoles decidimos madrugar para navegar los ríos Diouloulou y Casamance en busca de la isla Caravan. El viaje nos deparó unas cuantas sorpresas y aventuras: desde un bidón de gasolina derramado por encima del coche en marcha; un cálido baño en aguas del río Casamance con una agradable música de fondo; un inolvidable regreso en lancha contemplando los bellos y solitarios baobabs que descansan en la orilla, deleitándonos con una increíble puesta de sol; hasta un paseo al anochecer por el río con el agua hasta las rodillas y en compañía de los mosquitos, tras habernos dejado tirados la lancha antes de llegar a nuestro destino, donde nos esperaba un coche con olor a gasolina.
El jueves lo dedicamos nuevamente a trabajar en el pueblo. Visitamos la huerta de Bouloub, que posee mayores dimensiones que la de Baroncol, pudimos ver como las mujeres habían depositado montones de piedras y cascarillas del río para construir el cercado.


Visitamos de nuevo la Maison Familier para ver in situ a las mujeres en la confección de los manteles, no nos cabe la menor duda de que son totalmente artesanales.



Esa tarde tuvo lugar una emotiva reunión con las mujeres del GIE. Allí pudimos darles nuestras favorables impresiones sobre el trabajo en la huerta y nuestras futuras esperanzas en el terreno de Bouloub, sobre el que ya se han realizado labores de poda de árboles y depósito de material para el cercado. Se les hizo entrega de la ropa y calzado de niños que llevábamos y de unos 100 mecheros, gorras, caramelos para los niños… que recogimos de donaciones aquí. También se aclaró el tema del motor del molino, acordando que una parte será aportada por las propias mujeres con el dinero de los microcréditos y la otra por la asociación.


Agradecidas, nos deleitaron con cantos y bailes, regalándonos también dos gallos y unas deliciosas mandarinas. Fue un encuentro emocionante y motivador.


El viernes decidimos marchar del pueblo para ir a ver el carnaval de Kafountine, así que dedicamos nuestra mañana a las tareas pendientes. Volvimos a La Maison Familier a recoger los manteles, y tuvimos una última reunión con Moussa, donde Flor le comunicó nuestra satisfacción por el trabajo en Baroncol y nuestra esperanza de que todo siga igual en Bouloub. También nos acercamos hasta el banco del pueblo para ingresar el dinero de la huerta en la cuenta de la asociación.

Ya con todas las tareas hechas, y tras una emotiva despedida de Thionck Essyl, con la promesa de volver, nos pusimos en marcha rumbo a Abené. El trayecto resultó ser de lo más emocionante, debido al lamentable estado de la carretera y a los continuos controles militares, que recordaban constantemente la presencia de la guerrilla en la zona.

Pasamos nuestra última noche en Abené y disfrutamos del carnaval de Kafountine, con sus danzas tradicionales y música a ritmo de reggae. A la mañana siguiente disfrutamos de un último paseo por la playa de Abené, antes de despedirnos de Senegal y cruzar nuevamente la frontera, donde unos amables policías gambianos nos hicieron pagar el visado tras un rato de discusión.

Y así llegamos al final de nuestra aventura africana, con la sensación de haber dejado una parte de nosotros allí, y con la esperanza de volver lo antes posible.

Paula Palicio y Fede Diamante